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INTRODUCCIÓN HISTÓRICA A LA RAZA FILA BRASILEIRO  
Por José Salvador Martínez


Con el descubrimiento de América se inició la mayor migración humana de la historia. En los principios del siglo XVI, comenzaron a llegar a las costas de Brasil los primeros emigrantes portugueses, a los que siguieron otros procedentes de diferentes países. El hecho de que en América no se dispusiese de razas de perros autóctonas, hizo que todos los colonizadores llegaran allí acompañados de perros de las razas que ya existían en el viejo continente, para ayudarles en las distintas labores que desempeñaban en Europa: pastoreo, caza, etc;  y en el caso de América, tuvieron una importante presencia los perros de presa, dedicados a funciones de guarda y como perros guerreros, que acompañaban a los soldados en sus expediciones de colonización y en sus luchas contra los pobladores de aquellas tierras.  Con el paso del tiempo, se hizo necesario en Brasil un perro grande, fuerte y poderoso, que pudiera cumplir las misiones de controlar y agarrar al ganado vacuno y también que pudiese enfrentarse  con eficacia al los jaguares, que cada vez merodeaban más cerca de los asentamientos humanos atraídos por la presa fácil y jugosa que suponía el ganado doméstico. Para luchar contra este animal una de las principales herramientas es la piel muy gruesa y suelta, que protege al perro contra el ataque del jaguar que se efectúa con las garras y se dirige hacia la nuca del perro; la piel suelta y gruesa, hace que las garras del felino resbalen y, aunque causen importantes heridas, permitan al pero salir con vida.

     En el siglo XVIII, las condiciones económicas creadas por el desarrollo del país hacen que se necesite una mano de obra más numerosa y resistente, por lo que comienza la importación de esclavos negros procedentes de África. Para controlar a estos esclavos que frecuentemente intentaban escapar de las plantaciones se necesitaba un perro de temple firme y de buen olfato, para localizar y retener a los que intentaban huir.

     Todas estas influencias, y las distintas aportaciones de cada raza que se utilizaba para cada una de las funciones que hemos detallado,  generaron con el paso de los siglos un tipo de perro de buen tamaño, fuerte, resistente, de buen olfato, piel gruesa y suelta y bravo temperamento que originó la raza que hoy conocemos como fila brasileiro.

     Paulo Santos Cruz, creador del estándar, defiende la teoría de que el Fila Brasileiro tiene su origen en la mezcla de los perros de presa antiguos o bulldogs, los mastiff ingleses y los bloodhounds. Esta teoría en mi opinión es la más acertada, ya que las características de cada una de estas razas se pueden ver en los filas actuales.

     En la primera mitad del siglo XX, el Fila se mantuvo y siguió fijando su características principalmente en el estado de Minas Gerais; donde en las fazendas del interior desarrollaba las labores de boiadeiro (trabajando con el ganado vacuno), onceiro (dando caza a los jaguares que aún eran numerosos) y como guardián y protector de las personas y propiedades, bien en las fazendas donde trabajaba con otras funciones,  bien acompañando a sus dueños en los peligrosos viajes que se veían obligados a hacer por las grandes distancias que separaban unas poblaciones de otras.

     Estas poblaciones de filas se fueron cruzando y procreando sin otras reglas que las que dictaba la naturaleza, por lo que mantenían un índice de consanguineidad altísimo, y donde los perros recibían muy pocos cuidados de alimentación y prácticamente ninguno de tipo sanitario. De aquí surgieron unos núcleos de poblaciones de filas que mantenían muy fijadas una serie de características comunes. Cuatro fueron los principales núcleos de poblaciones de Filas en Minas Gerais situados en diferentes fazendas:
José Gomes de Oliveira. Probablemente el más reconocido de los pioneros criadores de la raza. En su fazenda, situada en Varginha, mantenía una población de filas que había heredado de su padre y su abuelo y donde los filas trabajaban como perros de fazenda. De este núcleos de filas se proveyeron de perros algunos de los primeros criadores cinofilos como fueron Paulo Santos Cruz para su canil Parnapuán o Ennio Monte, del canil ABC y más adelante criaderos como Aquenta Sol, que una vez desaparecido como tal , tuvo continuidad en el criadero Engenho Velho. Su perro más famoso fue Lord y la sangre de este perro se encuentra hoy en muchos  de los pedigríes de los perros de Cafib y también se conservan descendientes de este linaje en criaderos de la zona de Belo Horizonte y en algún punto de Goiâs.

Pedrinho do Engenho. En su hacienda de Carmo de Minas mantenía una población de filas heredados igualmente de su familia que los mantenía desde el siglo XIX. Tenía una importante población de perros de color ceniza y de este linaje se procuraron perros Paulo Santos Cruz, quien adquirió de este plantel una perra llamada Fera de Parnapuán (en aquella época era costumbre en Brasil colocar el nombre del criadero a los perros que se conseguían en fazendas, aunque no hubiesen sido criados por ellos mismos) , Ennio Monte también crió con perros procedentes de esta población, asi como W.F. Chalmers,  dueño del canil Jaguara, quien compró a Pedrinho su primer perro, Leo da Jaguara. De estos criaderos, esta sangre continuó en otros que la mantienen actualmente. La sangre Jaguara se conserva hoy  en bastantes criaderos de la zona de Belo Horizonte y la sangre más antigua de este criadero es conservada principalmente en el linaje Tabayara, aunque también la encontramos formando parte, de forma menos intensiva, de los linajes que se crían en otros estados de Brasil.

Joao Silva,  en su fazenda Bela Vista, criaba filas que había heredado también de su padre y abuelo, en la cuidad de Itanhandú, al sur de Minas Gerais. Esta sangre pasó a engrosar el plantel de cría de otros criaderos fundamentalmente a través de la sangre de Leâo, que aparece en la mayoría de los pedigríes de los perros del CAFIB y también a través de algunos otros perros que fueron adquiridos por miembros de este club.

Varios miembros de la familia Reis, fazendeiros que vivían en la zona de Varginha y que criaron filas desde principios del siglo XX, mantuvieron también un importante núcleo de población de filas puros que no tienen continuidad como línea actualmente, ya que con el paso de los años, ninguno de los miembros de esta familia mantuvo el interés en la crianza del fila y los ejemplares procedentes de este núcleo se esparcieron y se fusionaron con otras familias.

     En 1954 el Fila Brasileiro dio su salto internacional pasando a Alemania, donde fue a parar Dunga de Parnapuán, adquirido por S.A.R. Albretch Von Bayern; al que seguirían dos hembras más del criadero Parnapuán. Estos perros con otros que llegaron más adelante desde Brasil y fundamentalmente de este mismo criadero, conformaron el plantel en el que se basó la cría en Alemania en los primeros años. Un poco después que en Alemania, en 1956, se inició la cría en Holanda, procediendo también los primeros perros importados del criadero Parnapuán. Desde estos países el fila brasileiro fue extendiéndose a otros del continente europeo y desde allí llegaron a España los primeros filas que se importaron. En nuestro país estos perros, cruzados con otros que se importaron directamente desde Brasil (principalmente por el criadero El Pugilato), conformaron el plantel en el que se basaría la crianza en los primeros años del fila brasileiro en España. Como ocurre a menudo, todos los ejemplares no tenían el mismo interés para la cría, habiendo auténticas maravillas y otros realmente indeseables, por mostrar fuerte influencia de otras razas. A partir de 1994 se produce un gran movimiento de importación de sangres de filas procedentes del CAFIB (Clube de Aprimoramento do Fila Brasileiro) por parte de los criaderos españoles más destacados. Desde estos criaderos esa sangre ha pasado a extenderse al resto de criaderos españoles y prácticamente por todo el mundo, pues muchos son los países donde la buena fama del fila brasileiro criado en España ha sido reconocida y que han decidido incorporar a sus planteles perros procedentes de nuestro país.

     En algunos puntos de Brasil los filas se han mantenido sin cambiar prácticamente su forma de vida y sus funciones, y continúan con el trabajo en las fazendas con el ganado y la guarda, viviendo del modo que lo hicieron siempre sus ancestros;  pero actualmente en la mayoría de los sitios en que podemos verlos ya no ocurre así. El fila, a partir de su reconocimiento oficial en 1946, pasó poco a poco a ir ocupando un lugar en los criaderos con interés en la cinofilia, donde los ejemplares de fila cumplen la función de reproductores, y a pasar de las fazendas a las poblaciones urbanas donde el fila actualmente desempeña funciones como guardián en casas o pequeñas fincas. Estas mismas labores son las que realizan hoy la inmensa mayoría de los ejemplares que viven en países fuera de Brasil, donde el fila brasileiro se ha extendido como raza de guarda de propiedades y personas.
José Gomes de Oliveira
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